Día 12 de viaje – Khiva

Noche en el borreguero ruso de la época de Gengis Khan. Vaya trasto de cafetera, pero no hay otra opción hasta que empiece a operar la línea de alta velocidad en esta parte del país. El horario tampoco acompaña, con la salida a las 4 de la mañana, por lo que hoy estoy, pues algo cansadillo.

Un tren «de leyenda»

El borreguero tiene literas tipo mili, en compartimentos de 4 personas, pero al ver el percal, he cambiado la reserva a última hora y me he «agenciado» uno doble que ha resultado ser individual, pues no he tenido compañía en todo el trayecto. La diferencia de unos 10 euros por el «lujo». La cabina, aún de primera clase, destartalada totalmente y vieja, pero con aire acondicionado, por lo que he dormido «a pierna suelta». Te facilitan unas sábanas y una toalla para el aseo. Bueno, no se puede pedir más.

He llegado relativamente descansado a Khiva sobre las 11 de la mañana, y sorpresa, Yandex no funciona aquí, así que toca pelearse con un taxista hasta el hotel. La jauría me ataca al bajar del tren y conozco un chico alemán, Fabián, con el que compartimos el taxi. Para llegar a mi alojamiento, damos veinte vueltas, pues el chófer, un señor de edad avanzada no se entera de la película. Se ha subido al taxi también una chica que hace de traductora. Resulta que el hotel estaba a dos minutos, pero hemos tardado bastante más.  La situación es excelente, delante de la ciudad amurallada de Khiva, en una de las puerta de entrada. Perfecto! El hotel está de maravilla. Una habitación totalmente renovada con suelo de parquet y un buen baño. Es un bed and breakfast de 6 habitaciones por unos 22 euros por noche con desayuno. No está nada mal.

Khiva Khan Hotel

Tengo contratado un free tour a las 4 de la tarde, por lo que tengo tiempo de pasear por esta preciosa ciudad amurallada que forma parte de la «Ruta de la Seda» parada obligatoria de las  antiguas caravanas. Vaya imagen! El casco antiguo está reconstruido fielmente, bajo el control de la UNESCO, aunque hay zonas «demasiado nuevas» como el pavimento que fue renovado durante la pandemia y que hace un flaco favor al encanto de una ciudad. El centro histórico es una preciosidad, sobre todo al atardecer cuando cae el sol y empiezan a iluminarse los principales monumentos, destacando las torres azul turquesa y las grandes madrasas con sus inscripciones en árabe o persa. Todo un espectáculo recorrer las callejuelas sin rumbo, descubriendo pintorescos rincones. Es una ciudad de cuento, posiblemente la ciudad más coqueta de esta ruta.

Paseando por Khiva

En el tour nos juntamos 2 chicos alemanes y 2 españoles con los que congeniamos muy bien. Podemos comunicarnos perfectamente en inglés con una conversación fluida. No digo lo mismo del guía, que aunque tenía grandes conocimientos sobre la ciudad, «aburría a las ovejas» con una conversación muy aburrida y monótona. Bueno finalmente, el objetivo es que te enseñe la ciudad, pero con «algo de vidilla» y hemos callejeado con sus explicaciones por Khiva. Madrasas, palacios, mezquitas, torres… Arte en cada esquina, chiringuitos de souvenirs y telas por todas partes. En este país se abusa de los pequeños comercios, perjudicando la imagen del turista. Por lo menos, se trata de pequeños puestos que no rompen la armonía de los monumentos. Khiva es una preciosidad, por supuesto.

Después de una siestecita debido al calor que hace, alrededor de 30 grados, aunque sin humedad, vuelvo a callejear y en el hotel me recomiendan un restaurante situado al lado del bed and breakfast. Doy en el clavo, pues la calidad de la comida ha sido excelente. Una ensalada de tomates «de verdad», una sopita tibia y unos pinchos de pollo muy tierno. En el restaurante me encuentro con los chicos del grupo del free tour y acordamos reservar una excursión a las fortalezas del desierto para mañana. Bueno, los he liado yo y se han ido apuntando uno tras otro. Yo había hablado con el guía y me había comentado la posibilidad de la excursión, pero no había quórum. Bueno, al final salimos los 4 y lo pasaremos muy bien. Antes de volver al hotel, me doy una vuelta para ver la ciudad iluminada. Un placer para los ojos. Bona nit.

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